Los alumnos de Cultura Clásica de 3º ESO, visitaban esta vez, siguiendo su currículo, un entorno rural romana, en concreto, el de La Villa de las Musas situada en el término municipal del municipio navarro de Arellano.
La villa estuvo ubicada en un entorno natural idóneo para el cultivo de la vid, el olivo, el cereal y los árboles frutales. El paisaje actual poco o nada ha cambiado desde entonces. Hoy podemos disfrutarlo e imaginarnos que estamos en el mundo de hace dos mil años, en torno al siglo I d.C.
Tal y como se aconsejaba en los tratados romanos de agricultura, la casa estaba ubicada en el centro de la explotación, y en un pequeño alto, para poder controlar fácilmente todos los cultivos. La casa además de ser el lugar donde residían sus habitantes (hombres libres y esclavos que trabajaban para el dueño de las tierras, el dominus), servía como almacén para guardar los aperos, granero para almacenar las cosechas, establo para los animales y, lo más importante, gran parte de ella estaba dedicada a la elaboración del vino.
La existencia de estas explotaciones agrícolas era muy importante en aquella época, ya que además de dar alimento y bebida a sus habitantes, se dedicaban a abastecer a las ciudades cercanas, acudiendo a los mercados semanales para vender sus productos.
Durante más de doscientos años, la vida en la Villa de las Musas transcurrió tranquila y próspera, al ritmo de las cosechas y la vendimia.